hace 4 años no hubiese creído estar donde estoy ahora mismo.

si me dices hace 4 años cuando estaba completamente perdido que iba a estar a una semana de graduarme de una carrera que me hace absolutamente feliz, no lo hubiera creído. 

me gusta pensar que ese niño pequeño que sale feliz de la academia después de haber visto una película en inglés, y le cuenta a su padre de qué trata y las palabras nuevas que ha aprendido está orgulloso de mí. 

me gusta pensar que ese chico que llora cada vez que sale de clase y pasa sus días delante de un ordenador deseando poder volver a su hogar está orgulloso de mí. 

y, por encima de todo, me gusta pensar que la persona en la que me he convertido está orgullosa de cada pasito del camino que ha hecho que llegue a estar donde estoy hoy. 

desde pequeño tengo la suerte de haber podido crecer cada verano escuchando el mar desde la ventana de mi cuarto. 

también he podido pasear a diario frente al mar, ese mismo mar que me ha visto reír, llorar, y pasar horas y horas de madrugada hablando sobre cualquier tema sin sentido mientras el sonido de las olas rompiendo contra las rocas y la brisa en mi cara me hacían un poquito más feliz. 

tengo la suerte de desconectar conectando con el mar, deslizándome por sus olas como si de un pájaro al volar se tratase.

y sobre todo, tengo la suerte de que una parte de mí siempre quedará en el mediterráneo. 

estoy volviendo a enamorarme de las pequeñas cosas, de lo cotidiano. 

un día mi padre me dijo que tenemos que disfrutar la vida porque en algún momento ya no estaremos aquí, y lo vivido es todo lo que nos llevamos. 

las pequeñas cosas. 

cuando me vaya quiero que sea habiendo amado, reído, llorado, y sobre todo, vivido. 

llevo mucho sin escribir aquí, y quizás estar en una clase en la que se habla de la pérdida de la fe me hace reflexionar sobre lo mucho que me gusta(ba) escribir en este blog y sobre lo poco que lo hago, habré perdido la fe?

lo mismo solo estoy en un bloqueo heavy del cual tengo que salir para poder sacar mas de tres palabras con sentido de mi boca. bueno, en este caso de mis manos en este teclado (que por cierto debería limpiar) mientras una profesora que nos ha hecho pumpkin bread para celebrar thanksgiving (una semana antes de la fecha real) me cuenta sobre don quijote y sobre como la literatura hace que nuestra mente vaya a otros lugares (la mía está definitivamente en esta pequeña entrada, ella no especificó a qué lugar tenía que ir)

en fin, hablar de mi perdida de fe o mi bloqueo me ha hecho poder escribir algo, al menos para poder desahogarme (o decir cosas sin sentido)

nos vemos pronto

espero

escribir en este blog y escribir canciones son un método para reconfortarme y poder sacarme el miedo a la muerte y al olvido. 

la idea de que las personas tenemos dos muertes (la real, y la muerte cuando se acuerdan de nosotros por última vez) me destroza. 

ver a shakespeare decir que su amada siempre existirá mientras la gente siga leyendo lo que él decía sobre ella en sus sonetos cambió mi forma de ver el arte.

escucho canciones pensando en la historia, en el porqué de esa canción, y en qué sentiría esa persona al escribirla.

siempre seguiré existiendo mientras haya gente que me lea, me escuche, y me recuerde. 

nunca he sido una persona que haga algo y no se aburra a los 3 días, nunca he podido escribir un diario o un journal sin dejarlo tirado a la semana.

espero que este diario completamente público no sea uno de esos diarios que dejo, qué nervios, espero que el gorka del futuro no defraude (he pagado por este dominio y no me apetece dejarlo tirado).

echo de menos ver la nieve caer asomado a la ventana, sintiéndome seguro y tranquilo escuchando el ruidito constante del mando de la xbox, mientras tengo un video de emma puesto de fondo y hablo con mis amigos, es tarde aquí y se acaban de despertar.

echo de menos esa sonrisa, entrando a la habitación con una bandeja de galletas recién horneadas, con unos ojos brillantes llenos de ilusión por ver mi reacción al probarlas.

echo de menos poder sentirme en casa, tan lejos de casa, y también sentirme libre, nadie me conoce aquí. se siente bastante bien empezar de cero y que todo vaya como en algún momento soñé.

echo de menos las carreteras llenas de nieve (aunque me daba terror, sobre todo si era reciente), e ir a por algo para cenar, sabiendo bien que al final elegiría de nuevo unas patatas, una hamburguesa de pollo picante (mi favorita, aunque en este país no se considere hamburguesa por ser de pollo), y una dr pepper de un tamaño que en españa podría saciar a una familia entera.

echo de menos eso, las pequeñas cosas, lo que un día doy por sentado, y al siguiente, es lo que echo de menos.  

sigo viéndome reflejado en el niño que paseaba de la mano con el miedo, preguntándose y volviéndose a preguntar qué había de malo en él.

de los llantos y las noches en vela deseando despertar en otra piel, qué mundo cruel.

envidiando a las mariposas, volando libres y bonitas, siguiendo su camino a su voluntad (o a la del viento, pero un viento que te lleva a un destino mejor, no un viento que se convierte en un remolino de mierda y más miedos).

sigo viéndome en ese niño, al que hoy abrazo con cariño. 

<3